domingo, 24 de septiembre de 2017

Sin Raíces

Primera semana:

Querido diario,

Mis vacaciones en Tailandia han sido extraordinarias y he conseguido llevarme muchos buenos recuerdos de allí, que sé que me durarán toda la vida: la figura del elefante, joyas y un montón de ropa, aunque el objeto más interesante que he conseguido de Tailandia ha sido sin duda una semilla de alguna fruta exótica.
Nadie me ha sabido decir de qué clase de planta pertenece esa semilla y eso es lo que la hace tan original. Nada más llegar a casa me he comprado una maceta para plantar la semilla, así, de esta forma, no solo me recordará mi viaje cada vez que vaya a regar la planta, sino que además, cuando crezca, podré averiguar su origen.

¡Estoy muy emocionada!
Imagen sacada de: www.taringa.net

Segunda semana:

Querido diario,

¡La planta está creciendo! Esta mañana al despertarme, he visto que ha salido un pequeño y débil tallo verde de la maceta, aunque siempre se me ha dado mal cuidar plantas y siempre se me han acabado muriendo, ésta parece florecer con mis cuidados.
Seguiré regando la planta dos veces a la semana y la dejaré al lado de la ventana para que reciba un poco la luz del sol. Más adelante, cuando sepa qué tipo de planta es, investigaré cuales son los cuidados específicos que hay que llevar.

Tercera semana:

Querido diario,

La planta crece a un ritmo extraordinario, ya se pueden vislumbrar sus hojas y flores y el tallo que antes se parecía más a una brizna de hierba que a un tallo, se ha fortalecido.
Dado que ya se pueden apreciar mejor sus exóticas cualidades, he intentado investigar qué tipo de planta podría ser y aunque hay opciones posibles: la Rafflesia Arnoldii o la Hydnora africana, ninguna de esas opciones es claramente igual a mi planta.

Cuarta semana:

Querido diario,

Esta noche he invitado a mis amigos a cenar y lo primero en lo que se han fijado todos ha sido en la planta, todos han mostrado un gran interés en ella y en su origen. Seguimos sin saber qué planta es, lo que me está resultando un poco frustrante.
Sin embargo, mis amigos y yo estuvimos bromeando sobre cómo podríamos llamarla y aunque hubo divertidas alternativas que nos hicieron reír a todos, al final decidimos que lo más apropiado sería llamarla: “Sin raíces”.

Quinta semana:

Querido diario,

La planta no deja de crecer, he tenido que comprar otra maceta más grande y trasladarla al salón, ya que la encimera de la cocina se le estaba quedando pequeña.
Sin raíces tiene un aspecto un poco extraño y siniestro, con flores rojas y pétalos que simulan dientes, aunque lo más inquietante es el grosor de su tallo y el tamaño de las flores que pueden llegar a medir medio metro de ancho.
No estoy segura de sí este repentino crecimiento de Sin raíces me convence o no.

Sexta semana:

Querido diario,

La planta ha trepado por la pared. Miles de millones de ramitas se han extendido por toda la pared del salón apoderándose de él y sus amenazadoras flores no han dejado de soltar extrañas esporas por la noche, creando así un pequeño ecosistema en mi casa.
Sin embargo, lo que más me preocupa es el bulto, una especie de bolsa viscosa se ha creado en el centro de la planta y da la sensación de que tiene líquido dentro que podría manchar mis muebles.
He llamado a mi amigo el jardinero para que me dé consejo y me ayude a quitar las ramas de la pared.

Séptima semana:

A quién me escuche,

No era una planta, Sin raíces no era una planta. El bulto que tanto me preocupaba, no estaba relleno de líquido sino de un ser, un monstruo que se ha ido alimentando de la planta hasta estar preparado.
Si estás leyendo esto, estás en peligro, sal corriendo de aquí antes de que la planta te atrape y si encuentras a ese ser, mátalo, o te matará él a ti.
Yo tardé en darme cuenta de mi error y cuando quise darme cuenta, la planta ya me había atrapado, ahora estoy prisionera entre sus raíces, atada a la pared y sin escapatoria.
La planta come carne humana.








Si te ha gustado…

Para escribir esta historia me he inspirado en la planta de mi casa, hace cosa de un año me regalaron una “Flor de Pascua” y a pesar de que no soy muy buena cuidando plantas, mi planta no deja de crecer.
Espero que no me pase lo mismo que la protagonista de esta historia, pero… ¿quién sabe?
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: culturageek.com.ar

domingo, 17 de septiembre de 2017

El Paciente Cero

La primera vez que le vi, no me pareció un hombre, mis compañeros me insistieron mucho en eso. Un hombre, un monstruo, que abandonó todos sus derechos y libertades cuando asesinó a todas esas personas.

Le condenaron a muerte, pero ese no fue su final, su cuerpo fue donado a la ciencia, a nosotros. Cuando conseguí este empleo, su cuerpo moribundo había sufrido muchos cambios y ya parecía más un animal que un ser humano. Le utilizaban como rata de laboratorio, le hacían prueban y le medicaban constantemente.
Imagen sacada de: es.globedia.com
Tenía moratones y sarpullidos por todo el cuerpo, estaba extremadamente delgado y tenía unas ojeras enormes. Sin embargo, lo más impactante de él, eran sus ojos. Su iris era blanco y brillaba como el nácar, se decía que podía percibir cualquier ligero cambio de su entorno y que podía ver en la oscuridad. Sus sentidos, estaban mucho más desarrollados que los nuestros.
Ante la carencia de resultados favorables, me llamaron a mí, una psicóloga de renombre, con la esperanza de que le devolviera a aquel hombre las ganas de vivir.
—Hola Marte, soy la doctora Eli Clark, he venido a ayudarte — me presento.
La sala blanca en la que me encuentro, carece de decoración alguna, no hay ruido, no hay ningún cambio en el ambiente. Las cuatro paredes que retienen a mi paciente, iluminadas por fluorescentes, nunca han conocido la palabra comodidad.
Mi paciente sigue tumbado en el suelo, moribundo, con la mirada perdida y totalmente ajeno a mis palabras.
—Dime, ¿por qué te llaman Marte? — digo intentando provocar algún tipo de reacción.
Por un segundo empiezo a pensar que el paciente ya está muerto, pero entonces percibo un ligero parpadeo en sus ojos.
—Entiendo que no quieras hablar, pero quiero que sepas, que mi única intención es la de ayudarte y que a partir de ahora, las cosas empezarán a mejorar.
Tras mucha espera y sin resultados, vuelvo a casa cansada, con la esperanza de que mañana sea mejor. Paso los debidos controles y llego al descampado de los laboratorios, éstos están rodeados de unas vallas y tras ellas, ya en el exterior, me sorprende ver a una mendiga mirando tras las rejas el edificio en el que trabajo.
—Señora, no puede estar aquí, esta es una zona restringida.
—Son todos unos mentirosos, unos falsos — murmura la mendiga.
—Señora, ¿me oye? — digo acercándome a ella.
De pronto, la vagabunda me sujeta por los brazos y me mira fijamente dejando apenas dos palmos de distancia entre nuestras caras:
—No confíe en ellos, todo lo que dicen son mentiras.
Con mucho esfuerzo, consigo soltarme de sus manos y salgo corriendo hacia casa.
A la mañana siguiente, me sorprende conseguir que el sujeto coma algo, su huelga de hambre iba a conseguir matarle. Mis jefes están orgullosos de mis resultados y me han invitado a comer para hablar de mi futuro.
—Parece que su ayuda está consiguiendo resultados — dice el doctor Earl.
—Eso parece, señor — digo aceptando orgullosa su generosa copa de vino.
—¿Cuándo cree que empezará a hablar?
—Es difícil de predecir, señor.
La imagen de la vagabunda vuelve a nublar mi mente y una pregunta aparece en mis labios:
—Disculpe, señor, pero, ¿qué hace ahí esa mendiga? La vi ayer al salir del trabajo y hoy la he vuelto a ver cuando he venido.
—¿Mendiga? ¡ah si, la señora Larson! Espero que no le haya incomodado su presencia, está obsesionada con estas instalaciones, insiste en que su hijo está aquí, secuestrado o algo parecido, pero en fin, ¿qué más da? Está loca.
Por una extraña e incoherente razón, al salir del trabajo, decido acercarme de nuevo a ella, no muy segura de estar haciendo lo correcto:
—¿Señora Larson? — me atrevo a preguntar.
La mendiga me mira sorprendida, como si su nombre no fuera más que un recuerdo de una época pasada.
—Tienen a mi hijo — murmura.
—Lo siento, señora Larson, pero su hijo no está aquí — insisto.
—Le secuestraron cuando era tan solo un bebé, dijeron que era peligroso, que sus brillantes ojos blancos los cargaba el diablo.
—¿Ojos blancos?
Un escalofrío recorre mi espalda, solo hay un ser en todo el planeta que tiene esos extraños ojos blancos.
—Marte, le llaman, porque dicen que viene de ese planeta — se ríe la anciana.
—Discúlpeme — digo antes de marcharme.
El simple conocimiento del nombre de Marte, me dice que la mendiga sabe algo que yo desconozco. Vuelvo al trabajo movida por un impulso y con la excusa de que se me ha olvidado algo en el laboratorio, entro a hurtadillas en el despacho del doctor Earl.
Busco entre sus informes y descubro la verdad. Marte no es un asesino perdonado del corredor de la muerte, fue secuestrado al nacer por presentar una anatomía distinta al resto. Entre el informe de Marte, hay más, más personas que presentan los mismos ojos blancos del sujeto, muchas más personas que han nacido con las mismas características que mi paciente.
Movida por la verdad, decido sacar a Marte de las instalaciones, liberarle. Entro en su cárcel y veo en sus ojos el mismo miedo que tantas veces ha mostrado.
—Hola Marte, soy Eli, he venido a sacarte de aquí.
Con su brazo sobre mis hombros consigo sortear a los guardias. Sin embargo, todo se acaba cuando dos guardias armados se interponen en nuestra salida.
De pronto, Marte levanta la mano y apunta a los guardias con ella, mirándoles fijamente a los ojos. Los guardias sueltan las armas y se sujetan los cuellos como si una mano invisible les estuviera ahogando. Al cabo de unos segundos, los guardias caen muertos.
—¡Doctora Clark! — grita el doctor Earl detrás de mí — ¿por qué hace esto?
—Lo he visto, he visto lo que les hacen a los niños que hacen con los mismos ojos blancos de Marte. Sé que son diferentes, pero tal vez sea un paso más en la evolución humana, ¡no tienen por qué morir!
—Señora Clark, no lo haga, no le libere.
Suelto el brazo de Marte y veo como este desaparece por la puerta de salida.
—¡Pero qué ha hecho! — grita el doctor Earl.
—Marte no ha hecho nada malo, es un ser humano y tiene derechos.
—¿En serio? ¿usted cree? ¡mire lo que acaba de hacer!
Dirijo mi mirada a la dirección que marca la mano del doctor Earl y me sorprende ver a la señora Larson. Veo como ésta se quita la ropa de mendiga que lleva encima, dejando verse ropa normal de calle, se quita la peluca, mostrando así su perfecta melena rubia y se quita las lentillas, enseñándonos a todos sus inquietantes ojos blancos.





Si te ha gustado…

Esta historia al más puro estilo “Más allá del límite” o “Black Mirror” nos enseña una moraleja, las apariencias engañan. La doctora Eli Clark, creía que estaba salvando a un hombre que había nacido diferente, pero en realidad, el nombre de Marte no se lo dieron por ser un hombre peculiar, sino por ser de ese mismo planeta.
Ten cuidado con la gente que vaya “dando pena”, porque muchas veces, tienen intenciones ocultas.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: mundodapsi.com

domingo, 10 de septiembre de 2017

El Asesino

Jamás pensé que pasaría las primeras pruebas. Con la entrevista personal pensé que me descartarían, pero no fue así. Ahora estoy esperando para la prueba final, la llamada Dinámica de Grupo.
La sala de espera resulta sospechosamente tranquila, un hilo musical relaja la estancia, mientras unas revistas adornan la mesa más cercana. Hay otras personas en la sala y me pregunto si serán mis oponentes. Al fin y al cabo, solo una persona saldrá de aquí con un puesto de trabajo.

Nos ofrecen a todos café y té lo cual nos relaja bastante para lo que está por venir. Después de media hora, nos empiezan a llamar, uno a uno vamos pasando, hasta que al final me reúno con ellos en una sala con una larga mesa en el centro. Todos se sientan alrededor de dicha mesa, así que yo hago lo propio.
Imagen sacada de: mx.canalaetv.com
Al cabo de unos minutos, un hombre entra en la sala con una Tablet entre las manos, por su desparpajo parece estar al mando:
—Bienvenidos, todos ustedes han sido cuidadosamente escogidos para cumplir los objetivos de la empresa. Todos son perfectamente válidos para cumplir nuestras expectativas. Sin embargo, necesitamos una comprobación más, necesitamos ver cómo interactúan con otras personas. De ahí que todos hayáis tenido que firmar este contrato de confidencialidad y conformidad con la siguiente prueba psicológica.
—Respecto a ese contrato de confidencialidad, hay una cláusula que me preocupa — interrumpe una de las candidatas.
—¿Sí? ¿cuál de ellas?
—La de que si nos ocurre algo durante la prueba, la empresa no se hace responsable.
—Así es, si ocurre algún accidente durante la prueba la empresa no será responsable, si no está conforme con esto, ahí tiene la puerta — dice el instructor señalando fríamente la puerta por la que hemos entrado.
La candidata rehúsa la invitación del responsable y con ello, empieza la prueba:
—Os vamos a dar a todos un papel, dentro del papel podréis ver vuestro perfil y con ese perfil tendréis que actuar en consecuencia.
Una de las empleadas se pasa por nuestro lado con un cuenco lleno de papeles doblados. Uno por uno, vamos cogiendo uno de los papelitos del cuenco y tras asegurarnos de que nadie nos mira, abrimos el papel.

“Víctima nº4”

Me aterro al leer en el papel esas dos únicas palabras, pero intento mantener la calma y esperar a la explicación de la prueba:
—Bien, el juego es el siguiente — nos sigue explicando el entrevistador — en esta sala hay un asesino, debéis averiguar quién es antes de os elimine como amenaza. Recordar, el tiempo corre, cada veinte minutos si no habéis averiguado quién es el asesino, morirá alguien. La única regla que hay es esta: una vez empiece la prueba, nadie podrá salir de ella hasta que termine. ¿Alguna pregunta?
Nadie dice nada, aunque todos tenemos preguntas que hacer. El miedo y la presión de la prueba nos impide decir nada.
—En ese caso, buena suerte.
Tanto el entrevistador como la empleada desaparecen por la puerta, dejándonos a los candidatos a solas es una sala tan vacía como su decoración.
En los primeros minutos nadie habla, nadie está seguro de cómo empezar. Sin embargo, un hombre rubio y aspecto desenfadado es el primero en hablar:
—Bien, empecemos, os diré quién creo que es el asesino, yo creo que el asesino eres tú — dice señalando a la mujer más mayor de la sala.
—¿Yo? ¿por qué yo?
—Porque has reaccionado de manera muy extraña cuando has visto lo que está escrito en tu hoja.
—Yo no he reaccionado de ninguna forma — protesta la mujer.
Pasa el tiempo y aunque hay muchas acusaciones nadie se pone de acuerdo en acusar a nadie de ser el asesino. Miro el reloj con preocupación y descubro que ya han pasado veinte minutos.
—¡Chicos mirad! — exclamo.
Todos miran el reloj y se dan cuenta de lo que quiero decir.
—Bueno, ¿quién es la primera víctima? ¿quién se ha quedado sin empleo? — dice animadamente el rubio.
De pronto, la mujer que acusaron por primera vez de ser la asesina se pone blanca. Empieza a toser con dificultad como si le faltara el aire y una espuma blanca le empieza a salir por la boca. Intentamos ayudarla, pero cuando queremos darnos cuenta, ya está muerta.
—Mirad su papel, ponía “Víctima nº1” — dice el candidato afroamericano.
Por un momento mi corazón deja de latir, el aire deja de entrar en mis pulmones y el miedo empieza a apoderarse de mí.
—De acuerdo, creo que hay una manera muy sencilla de saber quién es el asesino — digo — mostrar todos vuestro papel.
Todo el mundo obedece y enseña a los demás lo que pone escrito en el papel que escogieron: Victima nº2, víctima nº5, víctima nº8, pero ningún asesino. Nadie tiene en su papel escrito Asesino.
—¿Cómo es posible? — pregunta una de las candidatas.
—Porque el asesino no somos ninguno de nosotros — contesto.
—Pero han dicho que hay un asesino esta sala.
—Sí y es un asesino silencio, tan silencioso como el veneno — contesto mirando a la cámara desde donde nos observa el entrevistador.
—¿Veneno? ¿cuándo nos han inyectado veneno?
—¡En el café! — exclama uno — ¡en el café antes de entrar en esta sala!
—¿Por qué harían esto?
Intento pensar en lo ocurrido desde que entré aquí. En toda la empresa, solo recuerdo haber visto a dos personas: la empleada y el entrevistador. Recuerdo lo que pensé al saber dónde se haría la entrevista, en lo apartado que estaba el sitio, lejos de la ciudad y de la gente y entonces ato cabos.
—Porque esto no es una entrevista de trabajo — contesto segura de mis palabras — estamos encerrados aquí, somos los rehenes y el único asesino que hay, es el sociópata que nos observa a través de la cámara, ya le habéis oído, esto es un juego, un juego para él.







Si te ha gustado…

Para escribir esta historia me he inspirado en dos películas: Saw y After the Dark. Me he inspirado en Saw porque al fin y al cabo son un grupo de personas que acaba siendo prisionero de un psicópata, pero también me he inspirado en After the Dark, una película dónde se habla sobre todo de “juegos psicológicos”.
La moraleja de esta historia es: “ten cuidado de dónde haces una entrevista de trabajo porque puedes acabar muerto”. Al anunciarnos con nuestros currículums no solo estamos llamando la atención de las empresas sino de todo el mundo y esto puede caer en malas manos.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: noticias.universia.es

domingo, 3 de septiembre de 2017

Conexión Humana

Desde pequeña he crecido con una única idea, conocer a mi Predestinado, esta idea puede que haya sido fomentada por mis padres, ya que trabajan en Predestinium, una empresa que se encarga de unir a las personas.

El concepto de Predestinium apareció hace algunos años cuando un científico, Adolf Kurt, descubrió algo asombroso. Los humanos tenemos algo único en nuestro ADN, una esencia que nos identifica, esa esencia está dividida en dos cuerpos, el de un hombre y el de una mujer. Solo un hombre y una mujer en todo el mundo pueden tener la misma esencia. Poco después, se descubrió que esa esencia era mucho más importante de lo que nos imaginábamos, unía a las personas como dos almas gemelas.
Imagen sacada de: listas.20minutos.es
Ya no hacía falta tener muchas relaciones de pareja para conocer a tu alma gemela, Predestinium te dice quién es tu Predestinado y tú solo tienes que presentarte. Los divorcios se redujeron a cifras insospechadas y aunque hubo ciertos despidos debido a escasez del negocio de los divorcios, la gente era más feliz.
Mis padres me llevaron a Predestinium siendo aún pequeña y me hicieron el estudio para descubrir quién es mi Predestinado. Mi alma gemela resulta ser un tal Tavin O’Connor, un irlandés de familia media cuya pasión es el rugby.
Mis padres se pusieron en contacto con su familia nada más descubrir la noticia y pactaron nuestra boda y encuentro para cuando tuviera dieciocho años. Ahora mismo tengo diecisiete años y me queda poco menos de un mes para cumplir los dieciocho.
Estoy terriblemente nerviosa, pero no soy la única:
—¿Y si no le gusto? — le pregunto a mi amiga Olivia.
—Ya, yo también me hago la misma pregunta, es demasiada presión para una chica dieciocho años tener que decidir a qué queremos dedicarnos y encima conocer a nuestro Predestinado.
El Predestinado de Olivia es coreano llamado Hyun Kim y al igual que todos, conocerá a su alma gemela el día del Encuentro.
—Los Predestinados no son más que una treta del gobierno, no existen — dice Eloy al pasar por nuestro lado.
—No le hagas caso — me susurra Olivia al oído — es un Durai.
—¿Un qué? — pregunto sin comprender.
—Un Durai, una persona que no tiene Predestinado.
—¿Cómo que no tiene Predestinado? ¡Todos lo tenemos!
—Sí, pero su Predestinada murió en un accidente de coche junto a sus padres.
Miro a Eloy con sorpresa y cierta tristeza, si no tiene una Predestinada se quedará solo para siempre, ya que nadie estará dispuesto a rechazar a su alma gemela para estar con él.
Me acerco a él y noto en sus ojos ese rechazo a todos los que tienen Predestinados.
—Yo… — empiezo a decir.
—Sé lo que vas a decirme, pero ahórratelo, no estoy solo en el mundo como todos los Predestinados creéis. Tengo una misión, como todos los de mi condición y si fueras lista, tú también la tendrías.
—¿Qué quieres decir?
—¿Nunca te has planteado por qué los gobiernos están tan interesados en que nos juntemos con nuestros Predestinados? ¿en por qué hay tantos Predestinados separados que no se pueden divorciar?
La campana del colegio suena y tengo que reunirme con mi familia y el resto de mis compañeros y sus familias en las gradas para la presentación del día del Encuentro.
—Tengo que irme — le digo a Eloy.
—Sí, deberías
—¿Tú no vienes? — pregunto sorprendida.
—No, no tengo a nadie con quién encontrarme.
—Y ¿qué vas a hacer?
—Me quedaré aquí, tengo que reunirme con mi grupo, nos espera mucho trabajo por delante… — Eloy me mira dubitativo — tú puedes venirte si quieres, nos vendría bien tu ayuda.
—Debo reunirme con mi familia.
—Lo entiendo, pero piensa en lo que te he dicho cuando vayas a conocer a tu Predestinado, tal vez la persona que creías que era tu alma gemela no es más que una persona corriente. Por si cambias de idea, te esperaremos hasta las diez en punto, pasado ese tiempo si no estás aquí, entenderemos que has preferido quedarte con tu Predestinado en vez de averiguar la verdad.
Entro en la sala con la idea de Eloy rondándome por la cabeza, ¿y si tiene razón? ¿y si hay una razón oculta para esto?
—Mira —me susurra Olivia a mi lado — ahí llegan los predestinados, ¿Quiénes de esos chicos serán los nuestros?
Observo a los chicos y chicas de diferentes nacionalidades y culturas llegar al gran salón y ponerse en las gradas de la derecha. Busco con la mirada a algún chico con pinta de irlandés y aspecto de que le guste el rugby, pero no lo encuentro.
—Bienvenidos chicos y chicas al día del Encuentro — nos anuncia la directora Coy — hoy estamos aquí para rendir homenaje a Adolf Kurt y su increíble hallazgo de unión.
Aunque el discurso de la directora Coy resulta interesante, yo solo puedo pensar en una cosa, la hora. ¿Qué es lo que de verdad quiero? ¿qué es lo que estoy buscando? Faltan apenas unos minutos para que sean las diez y no sé qué hacer. Por una parte si me voy y abandono a mi Predestinado tal vez me haya condenado a ser un Durai y vivir sola para siempre, pero por otro lado, si Eloy tiene razón y hay un motivo oculto y oscuro por el que estamos aquí, viviré un engaño.
Un impulso me guía, un impulso me hace levantarme de la silla y abandonar la sala. Eloy está con los otros Durais reunidos en el patio de recreo, me sonríe al verme y noto que me reconforta.
—Al final has decidido venir — me dice con una sonrisa.
—¿Qué es lo que ocurre? ¿Qué motivo oculto puede tener el gobierno para esto?
—La genética, no nos unen porque seamos almas gemelas, nos unen para crear humanos genéticamente perfectos, perfectos para sus fines, para que seamos más dóciles y obedientes y les votemos en las elecciones. — me contesta una de las Durai.
—Vamos a desenmascararles y hacerles pagar por todo — interviene Eloy — ¿te apuntas?
Dudo unos segundos, pero la sonrisa de Eloy me hace decidirme:
—¿Cuándo empezamos?








Si te ha gustado…

La idea de este relato está inspirada un poco en Divergente y en Los Juegos del Hambre, ya que al igual que aquí, en esas sociedades distópicas los gobiernos intentan controlar a la gente por medio de grupos y separar a los humanos en clases.
La moraleja de esta historia es un poco romántica, no siempre lo que creíamos que era nuestra alma gemela lo es, a veces lo que tenemos delante de nuestros ojos es lo que nos corresponde.
Dicho esto, espero que os haya gustado mi relato y que me dejéis vuestros comentarios, dudas y opiniones al respecto.
Y un saludo de Silvia!!

Imagen sacada de: www.todamujeresbella.com